Alex miró a Elise a los ojos. Sus ojos ya se habían vuelto negros y rojos en el momento en que sus instintos se activaron. Había sentido la verdadera amenaza para su vida y se giró sin querer.
Ahora, sostenía a Elise por el cuello, apenas llegaba aire a través de él, mientras sus ojos se abrían de miedo.
—¿Qué demonios eres? —preguntó ella, luchando por pronunciar las palabras.
Alex levantó su mano izquierda, deslizándola contra su barbilla y limpió la sangre. Miró la sangre negra en sus dedos y volvió a fijar su mirada en ella.
—Si no me hubiera inclinado hacia atrás, me habrías cortado la garganta... ¿Pretendías matarme? —preguntó él, su voz temblorosa de enojo.
Ella negó con la cabeza lo mejor que pudo.
—No... Sabía que te moverías. Solo quería golpear. Yo gano... —murmuró ella, su cara lentamente tomando un tono azulado.
Los ojos de Alex se entrecerraron.
Con un suspiro, soltó su cuello, mientras ella caía al suelo, jadeando por aire, y él volvía a su forma humana.