En su camino a casa, Alex finalmente obtuvo la información que quería en su cabeza, y maldijo mentalmente.
—¿Estás seguro de que es exacta, Sangis? —preguntó, ya que Sangis era el único que podía comunicarse directamente con él.
—Parece ser la verdad, maestro —respondió la voz áspera de Sangis en su cabeza.
—¿Y quién lo descubrió? —preguntó, curioso por saber qué había funcionado en el alma.
—Paimón. Parece que el hombre era especialmente hablador cuando ella le mostró imágenes de él teniendo relaciones sexuales con su arma. Se decepcionó de que fuera un objeto inanimado el que lo hizo hablar —respondió Sangis, al parecer disfrutando de su miseria.
Alex se estremeció al pensarlo.
—Qué puto fenómeno... —pensó.
Alex trajo sus pensamientos de vuelta a la realidad, enviando un mensaje de texto a David. Ya había mentido sobre la situación a Kary, así que difícilmente podría encargarse de esto por su cuenta.
David era la opción más segura.