Alex lo miró, su rostro llenándose de angustia.
—No pareces sorprendido de que diga esto —dijo David, mirándolo, una sombra de tristeza brillando en su mirada.
—No puedo decir que lo esté… Para ser honesto, lo he sentido durante un tiempo… —Alex respondió, apoyándose en una caja detrás de él.
—Tenía la sensación de que lo sabías. El encuentro con el asesino en el hotel fue lo que me lo confirmó.
Alex asintió.
—Pero no fue el único. Matar se ha vuelto demasiado fácil. Ya no siento nada al hacerlo. Ni miedo, ni tristeza, y mucho menos culpa después del hecho… Eso… me asusta —dijo Alex, mirando sus manos.
David suspiró.
Había pensado que esta conversación ocurriría eventualmente, pero no de esta manera. Pensó que él estaría en el lugar de Alex, siendo reprendido, no al revés.