Un Producto Único

—Muy bien, Sr. Park. Dígame qué quiere y terminemos con esto por ahora. Ya he alcanzado mi límite de paciencia tolerándolo hoy —dijo Alex en un suspiro cansado.

El hombre ignoró el comentario sarcástico, centrándose solo en las buenas noticias. ¡Había conseguido una gran presa!

—Bueno, para establecer una clientela dispuesta, primero necesitaría probar su producto. Cualquier cosa funcionaría siempre y cuando ofrezca un valor que nada más pueda ofrecer —dijo con una voz alegre.

—Algo como esos cristales, que exudan una extraña atracción —agregó, caminando hacia el avión de nuevo.

Pero Kary bloqueó su camino.

—Los cristales están prohibidos —dijo ella con severidad.

Alex asintió en acuerdo.

—Ella tiene razón. Pero tengo algo más con lo que podrías empezar. Pero no puedes tener los cristales. Valen más que este aeropuerto entero para nosotros. Ni siquiera pienses en ellos.