Kujaku giró su cabeza para mirar a Kary y sonrió.
—Casi aciertas. No todos mis hombres son despertados. Pero la mayoría sí lo son. Pero tienes razón en tu evaluación de que persiguen el poder en cada uno de nosotros. Tristemente, mis espías no pudieron identificar a la cola que juran haber visto, así que no sé qué quieren con ella —dijo Kujaku.
Jin-Sil frunció el ceño ante su declaración.
—¿Qué otro motivo podrían tener además de forzarnos a luchar para ellos? —preguntó, confundida.
Kujaku la miró con una sonrisa llena de lástima.
—Oh, mi dulce niña de verano. Cómo desearía que todos fueran tan ingenuos como tú. Haría mi trabajo mucho más fácil. Hay tantas cosas que hacer con gente anormal; ni siquiera sabría por dónde empezar a explicarte esto.