Lanzando los Anillos

Aún así, en el momento en que este grupo problemático se movió, los líderes oscuros instantáneamente los notaron.

—¿Se están yendo? ¿¡Ahora mismo!? —gritó uno de ellos.

—¡Algo no suena bien! —exclamó otro.

—¡Deberíamos enviar a algunos para detenerlos! —sugirió un tercero.

—No tenemos tiempo para eso —gritó su líder con más molestia que antes—. Tenemos que intentarlo una última vez para derrotar a ese maldito rey. Si fallamos, nos retiraremos y viviremos para luchar otro día.

Sus palabras tenían mucho sentido. Durante las últimas horas habían intentado muchas veces romper las fuertes defensas que rodeaban los caminos hacia ese valle. ¡Y sin embargo, fracasaron!

Con la aproximación de los maestros de William, los líderes oscuros sentían como si la muerte se acercara. No sabían por qué se sentían así, pero estaba claro que todo el ejército que venía aquí no sufrió nada de la toxina.