Antes de que William pudiera pensar en alguna excusa, de repente notó cinco sombras entrando en su cueva.
—No te dejaremos huir de la diversión —Karoline fue la primera en correr hacia él, agarró su brazo y lo arrastró—. ¡Vamos, vamos a divertirnos! La diversión es diversión, ¡jajaja!
—Espera, déjame recoger mis cosas primero —William sabía que no lo dejarían hacer algo así. Así que no tuvo otra opción que ir a disfrutar de su tiempo con ellos.
—¿Qué podría salir mal? —pensó para sí mismo mientras recogía los pergaminos y otras cosas en la cueva. Karoline y los demás lo llevaron hacia el lugar de la celebración ordenada por el rey.
Era extrañamente de vuelta en el lugar de la capital destruida. Y allí William vio a millones de personas normales reunidas, cantando y bailando, bebiendo y gritando, disfrutando de su tiempo.