—Necesitas explorar el área que vamos a invadir, e intentar reclutar más maestros para nuestra causa —dijo Guillermo.
—¿Podemos difundir el mensaje? ¿Pedir la ayuda de todo el mundo? —preguntó Pereza de repente, haciendo que todos esperaran con impaciencia la decisión de Guillermo.
—¿Por qué no? No es como si lucháramos por nuestro propio beneficio —se encogió de hombros Guillermo—, que venga cualquiera que quiera unirse —fijó su mirada en los nuevos miembros de su gremio, dándose cuenta de que muchos maestros merecen la oportunidad de decidir por sí mismos.
—¡Genial! Pero, ¿qué les vamos a decir? —preguntó de nuevo Pereza—, ¿Quién es exactamente nuestro enemigo?
Aunque oía hablar de ello, aún no conseguía comprender ni cabeza ni cola sobre el enemigo que debían enfrentar.