El Celador Inmortal

Luna retrocedió un paso, su maná chisporroteando levemente a su alrededor, su mente luchando por comprender lo que acababa de escuchar.

—¿Cómo es eso posible? —murmuró, sacudiendo la cabeza incrédula.

—¿Humanos existiendo en un mundo como el nuestro? El Maná Radiante ni siquiera debería poder existir aquí.

Lupus permaneció compuesto, con las manos entrelazadas detrás de su espalda mientras observaba las venas internas de la torre de energía pulsante.

—Tienes razón —dijo, su voz tranquila pero cargada de revelación—. Pero nuestro mundo no siempre fue la tierra moribunda que ahora conocemos. La decadencia que ves —los ciclos interminables de destrucción— no siempre fue así. Hace cientos de millones de años, este mundo era casi perfecto, un paraíso que podía sostener el maná radiante, y no existía ni un ápice de oscuridad. ¿Cómo si no crees que esos humanos inmortales pudieron vivir aquí?

Los ojos de Luna parpadearon con turbulencia, sus pensamientos acelerados.