En la Mansión Evangelion, Arturo entró en el estudio iluminado tenue, sus botas hacían un sonido medido pero firme contra el suelo de madera pulida.
Su rostro estaba marcado por una determinación sombría mientras cerraba la puerta tras de sí, el peso de verdades no dichas presionando contra su pecho.
Su padre, Eduardo—estaba junto a la gran estantería, sus manos entrelazadas detrás de su espalda, su presencia normalmente autoritaria estaba abrumada por algo pesado, sombrío.
Alice, su esposa, estaba a su lado, con una mirada fría e indescifrable traicionada por la tensión alrededor de sus labios.
Arturo exhaló bruscamente, frunciendo el ceño mientras rompía el silencio.
—Finalmente estamos en un lugar seguro para hablar. Así que por favor dime, Padre —su voz era firme, pero había un tono de urgencia latente debajo de la superficie—. ¿Qué clase de hombre es realmente Derek? ¿Qué cosas me has estado ocultando?