Un poder más allá de lo que has visto

El pie de Rebeca golpeaba contra el oscuro suelo con rítmica irritación, sus brazos cruzados firmemente sobre su voluptuoso pecho. Sus ojos estrechos, de un rojo oscuro, reflejaban la luz verde oscura emanando de los hilos de maná espeluznante que se entretejían en el aire alrededor de Asher. Él estaba sentado con las piernas cruzadas en el suelo en profunda meditación, su cuerpo perdido en la tormenta de energía antinatural. Pero para Rebeca, no parecía ya un hombre; más bien un espectro. Su piel y carne estaban veladas en la oscuridad, y el intenso resplandor del maná iluminaba los contornos de su esqueleto resplandeciente como una estrella moribunda luchando por renacer. Un espectáculo tanto impresionante como exasperante.

—Ha pasado más de una semana —murmuró Rebeca entre dientes. Su voz se hizo más aguda al girarse—. ¿Cuánto tiempo más va a estar así?