Rebeca se encontraba en el centro de la oscura y antigua sala, el aire pesado y sofocante con este maná oscuro y divino.
A su alrededor, las viejas paredes estaban grabadas con vetas verde oscuro, su tenue resplandor una cruel burla de la esperanza.
Skully permanecía inmóvil cerca, su carne carbonizada y su forma esquelética apenas iluminadas por un magma verde fantasmal que rezumaba de sus huesos.
—Empieza —ordenó Skully sin emoción—. Recuerda, solo puedo guiarte. Si vives o pereces depende enteramente de tu fuerza de voluntad y talento. Solo puedo ayudarte hasta cierto punto.
Ella asintió, una determinación feroz iluminando sus ojos. Cerrándolos con fuerza, extendió sus sentidos, sintiendo las violentas corrientes de maná girando a su alrededor. Respirando profundamente, comenzó la peligrosa tarea de absorber el poder crudo y sin domar.
—¡Urggh!
En el momento en que atrajo el maná a su cuerpo, una oleada de agonía abrasadora explotó dentro de ella.