Un dolor agudo y repentino atravesó el abdomen de Rowena, cogiéndola completamente por sorpresa. Sus ojos se abrieron de par en par mientras ella jadeaba, agarrándose instintivamente el vientre. Otra patada intensa reverberó desde dentro, haciendo que sus piernas se doblaran ligeramente, y el mareo la envolviera en una ola nauseabunda.
—¡Ngh! —Se dobló, sintiendo sus venas arder, el maná fluyendo caóticamente a través de cada fibra de su ser.
Estaba a punto de colapsar cuando unos brazos fuertes la agarraron rápidamente, estabilizándola cuidadosamente.
Las manos armadas de Valeria sostuvieron a Rowena gentil pero firmemente, sus ojos carmesí brillando detrás de la rendija de su casco.
—E-El bebé —Rowena logró decir entre dientes, su voz tensada por el dolor—. Ella quiere salir... No esperaba que esto sucediera tan pronto... —El sudor comenzó a formarse en su frente, descendiendo por los lados de su rostro pálido.