Rui sabía lo que tenía que hacer. Necesitaba representar el papel del débil Escudero Marcial herido y atormentado que apenas había salido con vida. Necesitaba proyectar una ira justa que cualquiera en sus circunstancias tendría. De hecho, sería bastante extraño si no tuviera al menos algunas dudas sobre lo que había sucedido, y lo haría más sospechoso.
Pronto, llegaron a la oficina del Presidente Deacon.
—El presidente le espera dentro —se inclinó la secretaria hacia él, haciendo un gesto hacia el interior.
Rui asintió, entrando mientras empujaba las puertas de la oficina.
—Escudero Quarrier —lo saludó el Presidente Deacon—. Bienvenido, me complace ver que se ha recuperado bien.
Dentro estaban el Presidente Deacon así como los únicos tres sobrevivientes de los Cazavacío.