Los dos siguieron a Heimdall y los guardias a través de los majestuosos corredores de Asgard.
Con cada paso, Kaizen sentía cómo el peso de la situación crecía. Finalmente, llegaron a una enorme puerta, decorada con intrincados grabados de legendarias batallas y gloriosas victorias.
Heimdall se colocó frente a la puerta y levantó su espada Hofund. Un brillo intenso emanó de la hoja y la puerta comenzó lentamente a abrirse, revelando una sala colosal. El sonido de mil voces murmurando llenó el aire, creando una atmósfera de tensa anticipación.
Dentro de la sala, Kaizen y Cephal fueron recibidos por una vista deslumbrante. La Sala de Juicio era una estructura monumental, con filas de Asgardianos sentados en gradas que parecían extenderse infinitamente. Todos los ojos estaban puestos en ellos, juzgando y evaluando cada uno de sus movimientos.
En el centro de la sala, sobre un escenario elevado, estaban de pie los cinco dioses más poderosos de Asgard.