—Thor... has luchado con honor —dijo Kaizen, su voz más firme de lo que esperaba—. Pero esta batalla... aún no ha terminado, ¿verdad?
Thor negó con la cabeza, sus ojos azules brillando con una mezcla de cansancio y respeto. —No, Kaizen —dijo, su voz resonando como un trueno suave—. Aún no ha terminado.
Kaizen sintió una oleada de adrenalina recorriendo su cuerpo, su corazón latiendo furiosamente en su pecho. El agotamiento pesaba mucho en sus músculos, pero su determinación era inquebrantable. Apretó la lanza más fuerte, sintiendo la madera y el metal pulsar con la energía psíquica que había canalizado.
El Salón Celestial a su alrededor parecía congelado en el tiempo. Los dioses y diosas observaban asombrados, sus ojos fijos en los dos combatientes. Las columnas de mármol blanco brillaban con la luz de los rayos que aún danzaban a través del cielo abierto arriba, creando una atmósfera tanto majestuosa como ominosa.