—Kaizen —la voz de Odin resonó por el salón, impregnada de sabiduría ancestral—. Has demostrado un coraje y una fuerza inusuales para un mortal. Pero la cuestión que nos ocupa no es solo tu valentía, sino el equilibrio que debemos mantener entre los reinos. Esa siempre ha sido la cuestión.
Los ojos de Odin, uno cubierto por un parche en el ojo ornamentado, estudiaban meticulosamente a Kaizen. Hizo una pausa, dejando que sus palabras calaran en la mente de todos los presentes.
—El argumento de Balder es justo —continuó Odin—, por ley has matado a un dios y deberías enfrentar las consecuencias. Sin embargo, hay factores que debemos considerar cuidadosamente.
Kaizen sintió cómo cada músculo protestaba al intentar mantenerse firme ante los dioses. El peso del juicio inminente pesaba sobre sus hombros. Sabiendo que cualquier palabra que pronunciara podría sellar su destino, permaneció en silencio y esperó.