Kaizen sintió una sensación de inquietud mientras las palabras de Odín resonaban en su mente. La magnitud de lo que se estaba discutiendo era impresionante. Miró al dios ante él, cuya presencia despedía una autoridad indiscutible, y se dio cuenta de que había más en la conversación. Algo que Odín aún no había revelado.
—Odín, perdóname por insistir, pero ¿por qué verdaderamente me trajiste aquí para hablar? —preguntó Kaizen, sintiendo la necesidad de entender la verdadera razón para esta reunión—. Podrías haber compartido estas observaciones de muchas maneras, pero elegiste traerme aquí tú mismo.
Odín miró a Kaizen con una expresión grave, como si pesara cada palabra antes de hablar. —Hay más en juego aquí que simple observación y reconocimiento, Kaizen. Hay una amenaza inminente que no se puede ignorar, y tú estás en el centro de ella.
Kaizen frunció el ceño, creciendo en él la curiosidad y la preocupación. —¿Una amenaza? ¿De qué estás hablando?