Gieneno & Zukas

Al día siguiente, el sol naciente tiñó el horizonte de tonos de oro y rosa, esparciendo una luz suave que anunciaba un nuevo comienzo. La arena, aún imponente en su desolación, esperaba en silencio los pasos de aquellos que una vez más la convertirían en escenario de decisiones cruciales. Kaizen, Cephal y Alaric se encontraron en el centro de la arena, donde las sombras de las gradas abandonadas dibujaban intrincados patrones en el suelo.

Kaizen miró a los demás, notando la determinación en los ojos de Alaric y la cautela de Cephal. El sonido lejano de los pájaros matutinos y el susurro del viento en las ruinas creaban una atmósfera de anticipación.

—¿Estamos listos para comenzar? —preguntó Kaizen, su voz resonando en la arena vacía.