Thalion mantuvo su mirada fija en la mesa durante unos segundos más, el tamborileo de sus dedos resonando a través de la atmósfera silenciosa de la tienda.
El tiempo parecía haberse detenido, y Kaizen sintió una leve tensión en el aire, como si el elfo estuviera sopesando cada palabra, cada gesto. El interior de la tienda, con sus sombras ondulantes y objetos enigmáticos, solo intensificaba la sensación de que estaban en un lugar donde las decisiones eran moldeadas por fuerzas más allá de la comprensión ordinaria.
Finalmente, Thalion levantó la vista, y cuando lo hizo, su semblante era una mezcla de resignación y curiosidad. La luz de las velas se reflejaba en sus ojos verdes, haciéndolos casi etéreos, como si observara el flujo del tiempo y las posibilidades a su alrededor.