El Templo estaba rodeado por muros por todos lados sin ninguna puerta. Si él no hubiera saltado el muro, él mismo no habría visto la entrada.
Gabriel se acercó al templo que parecía completamente idéntico al Templo de los Arcángeles que había visto en Elzeira.
No entendía qué hacía en este universo. Los Arcángeles no habían podido entrar a este lugar. Por eso habían enviado a los Elzeiranos que intentaban invadir.
—¿Cómo había aparecido algo así en un lugar como este? ¿Tenía algo que ver con la destrucción de Elzeira?
Al entrar en los terrenos del templo, sintió una extraña energía emanando desde el interior. El aire estaba cargado con una sensación de poder extraño, y la atmósfera parecía aún más extraña.
Dentro, Gabriel se encontró en una vasta cámara adornada con intrincados grabados y estatuas. Las paredes mostraban escenas de batallas celestiales, seres divinos y paisajes etéreos.