Karyk se encontró inexplicablemente arrastrado hacia el interior del muro, como si este poseyera una fuerza vital propia. En ese momento, la oscuridad envolvió su entorno, dejándolo desorientado, incapaz de ver nada.
Por el contrario, la Ballena Madre, aunque experimentaba una sensación de ardor, recuperó la compostura y buscó a Karyk, solo para descubrir su repentina ausencia. Había desaparecido inexplicablemente sin dejar rastro.
A medida que Karyk era arrastrado más profundamente hacia el muro, su alrededor sufría una profunda transformación.
Despojado de poder, no podía ofrecer resistencia mientras era transportado a un lugar desconocido.
La ausencia de cualquier luz hacía imposible que Karyk viera su entorno. La oscuridad creaba un velo impenetrable, dejándolo absolutamente ciego.
Privado de la vista, Karyk dependía únicamente de sus instintos y sentidos agudizados para navegar por este reino desconocido.