Karyk se sobresaltó al ver el rostro de la persona que estaba ante él. Era un rostro que nunca podría olvidar porque era su propio reflejo el que le devolvía la mirada.
En ese momento, no pudo evitar preguntarse si Gabriel había logrado encontrar la manera de llegar hasta aquí, a pesar de las instrucciones de Karyk de buscar seguridad en otro lugar.
Sin embargo, Karyk sabía en el fondo que no podía ser Gabriel.
—No, no puede ser él —murmuró Karyk para sí mismo, intentando descartar el pensamiento.
La sorpresa inicial comenzó a disminuir y empezó a creer que esto era simplemente imposible. Incluso si Gabriel hubiera querido llegar a este lugar, habría sido imposible.
Incapaz de contener su curiosidad por más tiempo, Karyk reunió el valor para hablar con la persona que tenía su apariencia.
—¿Quién eres? —preguntó, su voz llena de confusión y precaución.
El hombre se puso la mano en el pecho, haciendo una reverencia con elegancia.