Capítulo 1030: Las Hadas

Los ciudadanos no pudieron evitar sentir un escalofrío recorriendo sus espinazos mientras observaban pasar al grupo. Muchos comenzaron a especular sobre la figura humanoide entre los demonios.

—¿Quién es ella? —susurró un ciudadano a otro.

—¿Cómo se supone que debo saberlo? —preguntó el otro, con los ojos abiertos por la curiosidad—. Debe ser alguien realmente importante. ¿Quizás alguna líder de sus clanes subordinados?

El Señor de la Ciudad, aún en alerta, avanzó para saludar a la Reina de los Demonios y su comitiva. Se inclinó profundamente, su espalda empapada en frío.

—Bienvenida, Su Majestad —dijo, su voz firme a pesar de su tormento interior.

Los ojos de la Reina de los Demonios, ocultos entre la niebla, parecían atravesarlo. Asintió ligeramente, reconociendo su saludo sin pronunciar palabra.

La misteriosa mujer a su lado, sin embargo, ofreció una pequeña sonrisa casi imperceptible. Fue suficiente para enviar una onda de confusión a través de la multitud reunida.