Lara,
Lara estaba acostada bajo Aditya. Su cuerpo delicado temblaba ligeramente de excitación mientras él se cernía sobre ella.
Sus ojos inocentes lo miraban fijamente. Sus mejillas estaban sonrojadas.
Sus labios se abrieron como si quisiera decir algo pero no encontrara las palabras.
—Es el turno de Lara... —susurró antes de tragar nerviosamente.
—¡Sí, lo es! —Aditya sonrió antes de pasar sus dedos de los labios de ella a su cuello, luego entre sus senos y bajando por su estómago plano hasta que alcanzó su boca inferior. Pero entonces se detuvo.
No era el momento adecuado.
Lara era diferente de las otras chicas.
Es delicada como una flor y debe ser tratada con suavidad.
Aditya entendió que no a todas sus mujeres les gustaba que él fuera brusco con ellas. Hasta ahora, no se había atrevido a ser brusco con ella, temiendo que pudiera odiarlo. Además, a él le encantaba tener sexo suave con ella.
Sus labios encontraron otros labios suaves y cálidos.