Mientras Max paraba una espada y apartaba a otro de los Demonios de piel roja, dedicó una parte de su atención a la comunicación entre los dos grupos. No hacían mucho ruido mientras luchaban, aparte de siseos y rugidos, pero la estrategia se transmitía efectivamente a través de gestos y lenguaje corporal.
Para ser tan efectivos, debían haber luchado juntos y el uno contra el otro innumerables veces antes. Esto no tenía sentido para Max. ¿Estaban atrapados en un bucle interminable de combate? ¿Había condenado este lugar a repetir la misma situación una y otra vez, luchando cada vez que se materializaban en una superficie sólida?
Max hizo todo lo posible para traducir el idioma en sus pensamientos, utilizando la habilidad de Nico para transcribirlo al ordenador para su análisis conforme lo recibía de sus mentes.