Una mala sensación

Tan pronto como la barrera negra desapareció, un haz de luz azul descendió del cielo y se dirigió directamente hacia el Árbol del Mundo.

Eiko había sentido que su conexión con Iris se restablecía, por lo que no dudó en teletransportarse al instante a su ubicación. Había estado volando lo más rápido que pudo para llegar a Espoir Frieden y salvar a su Mamá de la crueldad de Nyarlathotep.

—¡Ma! —Eiko, que aún estaba en su Forma de Princesa Hada, apareció frente a Iris y la abrazó inmediatamente.

En su rostro se podía ver una expresión de alivio, mientras sostenía a la joven dama firmemente.

—Tranquila, Eiko —respondió Iris mientras abrazaba a la pequeña, que temblaba en sus brazos—. Estamos a salvo. Tu Pa—Lux vino a salvarnos.

Eiko olvidó momentáneamente su propósito de venir a Espoir Frieden.

Había estado tan abrumada con el pensamiento de querer averiguar si su Mamá estaba segura que había olvidado por completo al Dios Externo, que había planeado destruir el Árbol del Mundo.