—¿Egh? Pamela, ¿qué haces aquí? —preguntó Elena, su voz teñida de desconcierto cuando Pamela apareció de repente de la nada.
—¿Qué has hecho? —inquirió Ren, su mirada se desplazó hacia Pamela con sospecha.
—¿Y qué le arrojaste a Azazel? —añadió Evie, su expresión se mantuvo estoica.
Pamela sintió cómo un peso se asentaba en el fondo de su estómago mientras lidiaba con las consecuencias de sus acciones.
¿Cómo pudo haber sido tan descuidada?
¿Cómo pudo permitir que sus propios miedos y dudas nublaran su juicio en un momento tan crítico?
Al mirar alrededor a sus amigos, sus rostros grabados con una mezcla de desconcierto y sospecha, Pamela sintió formarse un nudo en su estómago.
—Yo-Yo... —tartamudeó Pamela, sin encontrar las palabras mientras luchaba por explicarse.
Pero antes de que pudiera reunir sus pensamientos, la voz de Elena resonó, rompiendo el tenso silencio. —Oye, ¿qué le está pasando a Azazel?