El Crisol de la Batalla

El peso de la incertidumbre oprimía los hombros de Pamela como un manto de plomo mientras lidiaba con las implicaciones de la nota.

—¿Realmente estaba el poción destinado a ser un último recurso, o era simplemente una broma ideada por Whispera para jugar con ella?

Un sinfín de preguntas giraban en la mente de Pamela, cada una más desconcertante que la anterior.

—¿Había entendido mal las intenciones de Whispera, o había un propósito más profundo detrás de la instrucción aparentemente caprichosa?

—¿Seguiría viva si lograra estrellar esa poción en la cabeza de Azazel?

Pamela no podía sacudirse la imagen de la ira de Desira, la idea de que la destrozara por tan siquiera herir a Azazel le enviaba un escalofrío por la columna vertebral.

Pamela ni siquiera estaba segura de cuáles eran los contenidos de la poción.

—¿Y si era algo que pudiera matar a un demonio o debilitarlos?

Después de todo, los dioses y los demonios eran enemigos eternos, su animosidad codificada en su misma ADN.