—Isolde...
Isolde echó un vistazo fuera de su ventana, una sensación peculiar la invadía como si alguien acabara de llamar su nombre. ¿Se lo estaría imaginando?
Sacudió la cabeza, intentando disipar la extraña sensación. Pero en el fondo, estaba segura de haber oído la voz de Leonel justo ahora.
Frunciendo el ceño, Isolde se agarró las mejillas, sintiendo el calor subir a su rostro. Incluso despierta, parecía oír la voz de Leonel como si él estuviera a su lado.
—Eso no puede ser —murmuró Isolde para sí misma, tratando de calmar su corazón desbocado.
Debía de estar imaginándolo.
Volviendo a su habitación, Isolde ordenó a la criada que limpiase cada rincón con meticulosidad mientras ella se preparaba para encontrarse con Leonel.
Se puso una camisa sencilla y un pantalón, añadiendo un toque de maquillaje, sin poder resistirse a revisar su apariencia frente al espejo una y otra vez.