—¿Golpe de calor?
Roz se preguntaba, aunque estaban dentro del centro comercial donde el aire acondicionado estaba a tope.
Algo no cuadraba.
La atención de Roz se desvió momentáneamente, pero luego oyó gritos que atravesaban el aire. Cuando se volvió a mirar, se horrorizó al ver a la mujer mordiendo el cuello del empleado que había comprobado si estaba bien.
Su corazón latía con fuerza en su pecho al observar la grotesca transformación que se desarrollaba ante sus ojos. Las venas de su piel se abultaban, sus ojos se asemejaban a los de un mosquito y crecían en tamaño cada segundo, mientras su boca se alargaba en una aguja puntiaguda y afilada.
—¿Qué diablos... —La voz de Roz se apagó, con una sensación de hundimiento instalándose en el fondo de su estómago.
—Tenemos que salir de aquí. Ahora. —Sin dudarlo, agarró fuertemente la mano de Lira.