Llenando el Vacío

El grito de Nial resonó a través del centro demolido del Refugio Orión.

Estaba dolido. Un dolor palpitante y aparentemente eterno que se extendía por cada rincón de su cabeza.

Su grito fue oído por todos, causando escalofríos que recorrieron la espina dorsal de los oyentes.

Pero aun así, nadie vino en su ayuda.

No era que nadie quisiera ayudarlo, era simplemente que no podían.

Ondas de choque de oscuridad barrían el centro del Refugio Orión una tras otra, destruyendo todo a su paso.

Incluso el Oráculo y otros Dioses habían sido repelidos y hasta heridos cuando las ondas de choque de la oscuridad los golpeaban.

Nadie podía decir qué estaba haciendo Nial, o qué le había pasado.

Solo sabían que se despertó, que el Ejército de Demonios comenzó a moverse, y que él comenzó a gritar de repente.

Nial estaba despierto, pero parecía estar sufriendo un dolor horripilante.