Había un silencio pesado en la sala de meditación mientras un cuerpo sin piel alguna, goteando sangre por todo el suelo, observaba un anillo de madera agrietado. Sin párpados para parpadear, y sin piel que le diera expresión alguna, su mirada resultaba inquietantemente perturbadora.
Lex ya estaba planeando cómo se enfrentaría a este dragón. Según lo que sabía, el dragón sería extremadamente orgulloso. Eso en sí no era un problema, pero lo que necesitaba saber era si el dragón podía desbloquear su cultivación cuando quisiera, o si había algún tipo de restricción.
Cuanto más se prolongaba el silencio, más pesada se volvía la atmósfera. Lex no se repitió incluso al notar la falta de cualquier reacción, pues estaba bien versado en cómo crear una ventaja psicológica. Dado que estaba frente a un ser tan notable como un dragón, incluso si solo estaba en forma de alma, necesitaría todas las ventajas que pudiera obtener.