Tumbado dentro de la Sala de Reconstrucción Orgánica (ORR), mientras su piel estaba siendo regenerada lentamente sobre su cuerpo, la mente de Lex trabajaba furiosamente. No era solo el asunto de haber tenido toda la piel removida lo que lo ponía nervioso. Era la escala absurda de la furia que sintió en Frigra lo que lo asombraba.
No importaba lo que pasara, independientemente de cuán enojado se pusiera Lex, nunca se perdía completamente en la ira. Esa no era su forma de hacer las cosas, y con el número de errores que cometió cuando tenía un tumor, le importaba mucho al menos intentar anticipar las repercusiones de sus acciones.
Lentamente, recordó todo lo que sucedió, desde el primer momento en que llegó a Frigra. Pensó en cada acción que tomó y en cada reacción subsiguiente. Ahora que ya sabía del tirón espiritual, todas sus acciones hasta que llegó al tesoro del dragón parecían lógicas y naturales.