El cambio repentino

Una situación inusual se presentó mientras Z estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas, usando un blazer que prácticamente le hacía doblarse hasta que su rostro estaba casi tocando el libro que estaba leyendo. Alrededor de ellos estaba la formidable armada de demonios que había sido creada específicamente para cazarlos, pero no hacían nada excepto permanecer inmóviles.

Lex estaba a su lado, con los brazos cruzados, esperando a que sucediera algo. Realísticamente, era imposible que Z dominara el espacio lo suficientemente bien en tan poco tiempo como para ser capaz de abrir una puerta al lugar con el que sentía una conexión.

Lo que Lex esperaba, en cambio, era que él pudiera resonar con ese lugar, de alguna manera desencadenando una puerta o invitación de algún tipo. Por supuesto, no convenía decirle a su propio empleado que no tenía fe en él, así que en cambio esperó en silencio.