Lex usó su sexto sentido, sus instintos y su propio mejor juicio para determinar la veracidad de lo que decía Cassandra. Según su propio juicio, Cassandra no parecía que quisiera algo de Lex, ni que lo estuviera preparando para algo. En cambio, todo su ser desprendía una neutralidad objetiva. Si Lex realmente se viera obligado a asignar una emoción para describir lo que ella podría estar sintiendo, podría ser similar a la sensación de un joyero hábil al descubrir una gema única, deseando asegurarse de que la gema estuviera pulida y adjunta a una obra que la hará brillar como se merece.
Finalmente, Lex no pudo detectar ninguna razón para dudar de ella, y el sentimiento que emanaba desde lo más profundo de sí mismo ganó. Se situó respetuosamente frente a ella e inclinó la cabeza levemente.