Una bendición y una maldición

La Posada estaba sellada una vez más, y Lex suspiró aliviado. Tenía la innata habilidad de atraer problemas y siempre salía victorioso, pero no siempre era bueno tentar a la suerte. Sin misiones de emergencia ni tareas urgentes que lo esperaran, Lex finalmente podía tomarse su tiempo para desarrollarse a sí mismo y a la Posada.

Sí, a largo plazo sería mejor que se entrenara en el Templo del Ayuno en lugar de hacerlo por sí mismo, pero como no podía simplemente dejarlo todo, volver a sellar la Posada era la mejor opción.

Lex abrió su interfaz y miró las misiones que el sistema le había otorgado. Lex extendió su dedo y, debajo de ellas, comenzó a escribir algo. No estaba añadiendo una misión a la interfaz del sistema, sino que simplemente usaba una ilusión para hacer parecer que estaba añadiendo misiones.