Mantente alejado de mi hijo.

—Hola, ¿puedo pasar? Gracias —una voz jovial se escuchó mientras una mujer de cabello morado entraba en la habitación de Faustina con una gran sonrisa en su rostro.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó Faustina con un ligero ceño en su rostro.

Había estado despierta durante las últimas semanas, así que para los próximos años, planeaba dormir y no hacer nada, por lo que ahora no apreciaba que los visitantes irrumpieran en su casa, especialmente esta mujer.

—Vamos, no puedes tratar a tu buena amiga de esta manera, ¿verdad?

—Lilith, ¿por qué actúas así? —Faustina preguntó mientras entrecerraba los ojos.

Lilith siempre usaba este tono juguetón cuando hablaba, por alguna razón, sin embargo, hoy Faustina podía sentir que algo estaba mal.

Lilith no vino aquí solo para encontrarse, tenía un objetivo diferente en mente.

Y Faustina tenía una idea de lo que era.

—¿Qué estás buscando? —ella preguntó cuando notó que Lilith miraba alrededor con una mirada curiosa en su rostro.