—¿Qué dijiste...?
Faustina miró a Nux y entrecerró los ojos.
—¿Conociste a Lilith?
—Sí —asintió Nux.
—¿Y aceptaste sus condiciones?
—Lo hice —preguntó Faustina mientras sus ojos azules brillaban al mirar a Nux, era como si estuviera tratando de ver en su alma para determinar si lo que decía era cierto o no—. Asintió nuevamente Nux.
No tenía nada que ocultar.
Faustina, sin embargo, no estaba contenta con la situación.
—¿Estás seguro de que no estabas bajo uno de sus hechizos? ¿Estabas en tu sano juicio cuando aceptaste esa apuesta, no, olvida eso, ¿deseas continuar con esa apuesta ahora mismo? Si la respuesta es no, entonces dímelo, me encargaré de la situación —habló Faustina, su expresión dejaba claro que la mujer estaba lista para la batalla.
No iba a permitir que Lilith manipulara a su hijo y se saliera con la suya.
Nux, sin embargo, negó con la cabeza,