No estaba listo,

—Detente, —habló Vyriana, esta vez, la expresión en su rostro dejaba claro que no estaba bromeando. Al final, Aeliana decidió retroceder también. Sabía mejor que nadie que no debía presionar al Dragón más de lo necesario. Además, tan divertido como era provocarla, ver cómo se desarrollaría toda la situación sería mucho más entretenido.

Viendo la sonrisa en el rostro del Vampiro, Vyriana entrecerró los ojos; podía saber lo que estaba pasando en la mente de su amiga. Sin embargo, sabía que no había nada que pudiera hacer en esta condición. Hizo la apuesta, ahora necesitaba respetarla. Debería sentirse satisfecha solo por el hecho de que Aeliana decidió no presionarla más.

Sin embargo, a diferencia de lo que pensaba Vyriana, Aeliana aún no había terminado.