En Búsqueda del Cielo

"¡Esto es el inicio de una guerra!", exclamé con furia, dejando que la indignación impregnara mis palabras. La idea de que un pretendido dios usurpara mi lugar como creador y tramara para que los humanos lo adoraran me llenaba de ira. Era como si mi trabajo y mi autoridad estuvieran siendo pisoteados sin ningún remordimiento. No iba a permitir que alguien más se aprovechara de mi poder y manipulara a mis creaciones según su antojo.

"Aurora, ¿cómo diablos puedo entrar a esa dimensión?" pregunté, con un tono desesperado. De entrada, me parecía una idea estúpida aventurarme a un lugar desconocido. ¿Quién sabe qué tipo de abominaciones podrían acechar allí, fruto de mi aún inexperta incursión en la creación de especies? Además, ni siquiera había tenido la oportunidad de experimentar plenamente mi poder como dios. No tenía ni idea de cuán poderoso era realmente. Pero no quiero que alguien se robe mis preciados puntos de Entropía.

Sobre eso ejem... como le digo esto.

Aurora estaba nerviosa "¿Qué sucede Aurora?" 

Como tal usted creo la dimensión, pero no tiene acceso debido a su limitado poder divino si jeje ¿Qué cosa no cree?

...

¡Habilidad de Mierda!

"¡En serio... me gasté 2000 en una habilidad que no puedo usar por completo!" exclamé, dejando escapar mi frustración mientras me sentía más estúpido. Cada vez más, la idea de que alguien superior estuviera interviniendo se hacía más real, más sofocante.

"Entonces, ¿cómo es posible que pudieras avisarme?" pregunté, sintiendo confusión y un creciente presentimiento de que algo malo podría suceder.

La respuesta de Aurora llegó como un golpe. "Bueno, resulta que hay unos malditos ángeles en el planeta, proclamándose como los creadores de los humanos, que le deben respetar y blah blah", explicó, con un tono que denotaba la gravedad de la situación. El impacto de sus palabras fue como un puñetazo en el estómago, dejándome aturdido y furioso.

"¡Demonios!" Di un gran salto me dirigí rápidamente donde instalé el centro de la civilización "Como es que las cosas se salieron de control tan rápido", habría varios cuerpos de hombres tirados tenían heridas de lanzas.

Me encontré con una desagradable escena: los ángeles estaban allí, prácticamente amenazando y lavando el cerebro de los pobres humanos frente de ellos. Eran un grupo mucho más pequeño de lo que originalmente había sido, apenas quedaban unos 50 individuos, la mayoría mujeres, de los 5000 que habían nacido en un principio. Lo cual me alegra un poco los humanos que faltan debieron haberse separado y deben estar lejos de aquí. Concentrándome en la situación era desoladora. 

Quise golpear a uno de los ángeles, pero me di cuenta de que simplemente lo atravesé. Observé mi apariencia y noté que era idéntica a la de los humanos, aunque completamente negra. Recordé que no podría interactuar físicamente no sin usar [Avatar]. Aunque me hubiera gustado evitar revelar mi presencia antes los humanos, ahora no tenía otra opción.

[Avatar]

Permite...

Aviso: Su poder divino es limitado... opciones preestablecidas

- Dr...

...

...

Ignoré por completo cualquier consideración y me enfoqué en la primera opción que captó mi vista. Una luz me rodeó mientras avanzaba a máxima velocidad hacia el ángel más cercano. Con un golpe directo, su cabeza explotó, salpicando un montón de un líquido amarillo dorado. Observé mi puño empapado en lo que parecía ser su sangre y luego dirigí una mirada seria hacia los demás ángeles.

"Al menos pueden morir", comenté con una voz fría e intimidante.

El cuerpo del ángel que acababa de eliminar cayó al suelo como un trapo inerte. Mi repentina presencia dejó a todos desconcertados, pero fue evidente que los otros dos ángeles estaban especialmente alarmados; el shock se reflejaba claramente en sus rostros solo de uno ellos pudieron poner en guardia.

"¡Tú, demonio! ¿Cómo es posible que hayas roto el tratado de paz entre el cielo y el infierno?", exclamó con un chasquido de la lengua. Trató de mantener la compostura, pero su voz delataba un atisbo de miedo oculto tras una máscara de elegancia. tengo que admitir que son buenos en eso. "Siempre supe que los demonios no eran de fiar", continuó mientras hacía mis indagaciones, en caso de él luchando por mantener la calma mientras su mirada reflejaba la inquietud.

"Tratado? ¿Demonios? No tengo idea de lo que están hablando", comencé, mis palabras resonando con un tono gélido mientras avanzaba hacia ellos con paso tranquilo. "Lo único que sé es que ustedes están tratando de arrebatarme lo que es mío", agregué, mirándolos con desdén. "Solo necesito que me lleven ante su supuesto 'Creador'", concluí, mi voz teñida de un velo de amenaza.

La atmósfera pareció densificarse repentinamente en torno a los ángeles, para ellos era un tipo de la nada que de algún modo si el propio aire estuviera cargado de tensión sobre su cuerpo. Aunque se mantuvieron en guardia, su actitud denotaba cierta inquietud. Sin embargo, fue el segundo ángel, el que parecía ser el líder con su distintivo cabello verde, quien rompió el silencio con un cambio brusco en su expresión, pasando del shock inicial a una clara indignación.

"¡Maldito Demonios! ¡Tú no puedes hablar así de nuestro señor todo poderoso!" No mostraba ningún atisbo de miedo parece que habría tocado una fibra frágil sin querer "¡Tú no eres más que un maldito demonio pecador, impidiendo que los pobres humanos alcancen la iluminación!" exclamó con desprecio, adoptando una postura arrogante, con la cabeza erguida y sosteniéndose el pelo con aire de superioridad. "Y tú vas a morir ahora" comento el primer ángel se lanzó hacia a mí.

El ángel que se lanzó hacia mí blandía una lanza, tratando desesperadamente de apuñalarme una y otra vez, pero fallaba miserablemente en cada intento. Mientras esquivaba sus torpes ataques, no pude evitar bostezar de aburrimiento. "En serio, ¿es todo lo que tienes?", murmuré con desdén. Sabía que tenía que lidiar con ellos lo más rápido posible; quién sabe si habría más ángeles lava cerebros en otros lugares. Pero primero, tenía que enseñarles una lección a estos. "Estoy seguro de que una vaca sería más rápida que tú", agregué con una sonrisa burlona.

"¡Cállate, demonio! Yo soy parte de la Guardia Celestial, prácticamente los pies del mismísimo dios", espetó con rabia, sus ojos destilando un odio profundo y una determinación letal.

"Mejor vete a dormir" Con un ligero golpe en su pecho, me sorprendí al ver cómo estallaba en mil pedazos. Sus órganos y sangre salpicaron el entorno, mientras sus extremidades salieron despedidas en diferentes direcciones. Sin embargo, lo más perturbador fue observar cómo su cabeza rodaba por el suelo, deformada y grotesca. "Uy... Puse más fuerza de lo que pensé en ese golpe" quitándome un pedazo de tripa de mi hombro. "Gracias por el regalo", dije tomando una lanza dorada con detalles de plata. No mostré emoción alguna al aceptar el arma, aunque su diseño era hermoso, con grabados intrincados y un brillo seductor.

El líder estaba con las rodillas al suelo mientras me miraba si antes estaba nervioso ahora debe estar cegándose del miedo. Me acerqué y puse la lanza sobre su cuello "Llévame con el impostor del creador"

Lo pensó durante unos segundos, pero cuanto acerque más la filosa punta de la lanza a su cuello se asustó más "¡Te llevaré conmigo!" asienta frenéticamente casi llorando, lo obligue a pararse, pero me di cuenta de los humanos que me miraban sobre todo una chica.

"Deberían darles un entierro digno a los suyos", la chica me observaba desafiante y firme, parecía que habría tomado el papel de líder del grupo. La observé por unos instantes antes de elevarme hacia el cielo. No sabía si me entenderían, pero decidí dejarlo así.

"¡Bien, ahora me dirás cómo llegaron!", amenacé, apretando el puño cerca de su cara.

"¡Sí, sí! Vayan por allá", respondió rápidamente, señalando la dirección con su dedo tembloroso.

Seguí las indicaciones durante unos minutos cambiando más de una vez intento engañarme. Sabría que lo ocupaba mantener con vida así que se aprovechaba un poco de eso. Basto un poco de tortura para someterlo, hasta llegar al medio del océano.

"No esperaba que fuera así de gigante" teniendo los ojos bien abiertos. En lo alto, un torbellino de nubes se arremolinaba formando una apertura imponente, que se alzaba como una puerta hacia el cielo mismo. Sin perder un minuto más entre directo al portal.