Sin saber cuánto tiempo había pasado, Ren Feifan abrió los ojos, un destello de agudeza cruzando a través de ellos. Miró a su alrededor, frunciendo el ceño.
—Ese fantasma acababa de estar aquí, ¿por qué había desaparecido ahora? —se preguntaba a sí mismo.
Todavía tenía muchas preguntas para hacerle al primer Líder de la Secta de la Puerta del Santo Doctor.
Su mirada cayó sobre la Serpiente Espíritu abajo. Parecía estar protegida por alguna fuerza, ajena a todo lo que ocurría a su alrededor.
Ren Feifan apretó el puño, sintiendo algo diferente en su cuerpo, aunque no podía precisar qué había cambiado.
—¿No dijo claramente ese tipo que me dio una oportunidad? Pero, ¿dónde está la oportunidad? —reflexionaba con frustración.
De repente, pensó en algo y abruptamente se subió las mangas.
—¡En ambos brazos aparecieron dos tatuajes de dragón claramente distintos! —exclamó sorprendido. Los tatuajes pulsaron ligeramente, emitiendo un rastro de vitalidad.