Nunca vuelvas a mostrar tu rostro.

—No hay necesidad de que estés molesta por mis palabras, Inez —Carcel le sonrió hipócritamente—. Solo quiero hacer lo que es mejor para nosotros y para el Senado. ¿Entiendes cómo estos cabos sueltos pueden terminar causándonos muchos problemas, verdad? Tenemos suerte de que este hombre solo quiere que Nicolai se case con su hija y nada más.

—Piénsalo, ¿qué hubiera pasado si este hombre hubiera ido a la policía?

—Entonces habría encontrado su cabeza separada de su cuerpo, ¿no es así?

Los ojos de Carcel se abrieron de par en par mientras se giraba y miraba al hombre que estaba detrás de él.

—¿Nicolai, qué haces aquí? —le espetó al hombre duramente.

—Curiosamente, esta es mi casa —Nicolai le sonrió al hombre—. Entró en la oficina, superando en altura al señor Harlow, que encogió los hombros cuando se dio cuenta y vio al hombre al que se suponía debía chantajear.