Su merecido

Nicolai levantó perezosamente la cabeza y miró a la mujer a su lado; su paciencia ya estaba al límite para empezar y Penélope no le hacía nada fácil mantener la calma cuando lo que quería era salir disparado a ver dónde demonios estaba Ariana.

—¿Qué? —preguntó con un tono casual, lo cual enfureció a Penélope.

Sin embargo, ella aún mantenía una dulce sonrisa mientras le decía, —¿Podrías, por favor, concentrarte en mí? Todos nos están mirando, y es realmente raro que tú, siendo mi prometido, mires a todos lados menos a mí. Es vergonzoso.

—¿Y qué tiene que ver tu vergüenza conmigo? —replicó Nicolai—. ¿Perdiste la memoria a corto plazo cuando no te prestaba atención? Porque, ¿por qué demonios pensarías que te prestaría atención después de que me forzaste a comprometerme contigo?

—Prometiste

—Y lo estoy cumpliendo. ¿No estoy aquí de pie? —respondió Nicolai.