—¡Zumbido! —La intensa vibración de su teléfono despertó a Julio Reed de un sueño profundo.
Abrió los ojos, sintiéndose algo agotado.
Como era de esperar, después de la pérdida de fuerza vital, incluso un inmortal parecía un poco peor.
Para otros, una pérdida tan significativa de fuerza vital probablemente les habría matado en el acto.
—Sssss... —Julio se apoyó en la cama y se levantó lentamente.
Le dolía la espalda y tenía la cintura adolorida.
Sus extremidades se sentían extremadamente pesadas.
Se dio la vuelta y caminó silenciosamente hacia otro dormitorio.
La puerta estaba firmemente cerrada.
No había nadie dentro.
Las cobijas estaban puestas sobre las almohadas.
Las sábanas ya habían perdido todo calor.
Parecía como si Hada Nocturna se hubiese ido hace mucho tiempo.
—¡Eso estuvo cerca! —Pensando en cómo acababa de estar dormido, Julio se encogió de hombros y sacó su teléfono.
En él había un mensaje de texto de un número desconocido.