—El momento en que te vayas, el Ministro de la Derecha estará acabado.
En la noche oscura, Julio Reed acariciaba suavemente el arco largo en su mano, sonriendo y sacudiendo la cabeza.
¡Solaris Grove tenía la intención de escapar del Mar del Norte y tuvo que recurrir al asesinato!
Hoy en día, la situación interna del Mar del Norte era grave, y la corte imperial albergaba invitados extranjeros, lo que la hacía altamente vigilante.
Un puesto de vigilancia cada diez pasos, un centinela cada cien metros.
Incluso el gobernador de Ciudad Estrella lideraba personalmente las patrullas.
Y, apropiadamente, Solaris Grove, sospechoso de asesinato, ciertamente sería un objetivo principal de vigilancia.
Para dejar el Mar del Norte, su única opción era abrirse paso a la fuerza.
—Perdona mi franqueza, pero con tu inteligencia sola, nunca serías capaz de matarme.
Julio Reed guardó el arco largo, preparándose para irse.
De repente, sus ojos se entrecerraron en rendijas.