—¡Entonces realmente es la princesa! —dijo Julio Reed emocionado—. Lo siento, debo ser cauteloso al tratar con asuntos que conciernen a la princesa. Imaginen, si Kyler Reed se hiciera pasar por usted, llevándonos a abandonar el rescate, ¿no estaría la verdadera princesa en gran peligro?
—Buen punto.
Los generales de La flota del Mar del Norte expresaron su acuerdo.
—¿Solo llamando a alguien 'marido', puedes determinar si soy Kyler Reed o no? —dijo Baylor Davenport, tocándose la cara hinchada, respirando rápidamente—. ¡Pensar que yo, de noble cuna, sería abofeteada por este vil hombre!
—Por supuesto —respondió Julio Reed con confianza—. Es muy difícil para un hombre llamar 'marido' a otro hombre, al menos a mí me cuesta decirlo.
Dicho esto, se volvió hacia los soldados circundantes de La flota del Mar del Norte:
—¿Alguno de ustedes puede decirlo?
—¡De ninguna manera!
—Vomitaría.
—¡Demasiado repugnante!