El Despertar

El aire frío de la madrugada se filtraba por las estrechas rendijas de la ventana, trayendo consigo el murmullo lejano de la ciudad dormida. Sebastián yacía en su cama, envuelto en las sábanas raídas que apenas lo protegían del frío penetrante. En su sueño inquieto, las sombras de su pasado se agitaban, susurros de recuerdos que amenazaban con arrastrarlo de vuelta a un mundo que preferiría olvidar.

De repente, un destello de luz lo sacó bruscamente de su sueño. Sebastián parpadeó, confundido, y se encontró mirando el techo desconocido de una habitación que no reconocía. Se incorporó lentamente, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho, mientras trataba de entender lo que estaba sucediendo.

"¿Dónde estoy?", murmuró para sí mismo, su voz sonando extraña y distante en el silencio de la habitación. Miró a su alrededor, buscando algún indicio familiar que lo ayudara a orientarse, pero todo era nuevo y desconocido.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba vestido con la ropa que llevaba cuando era niño: unos pantalones cortos desgastados y una camiseta raída. El desconcierto se apoderó de él mientras trataba de recordar cómo había llegado allí, pero solo encontraba un vacío en su mente.

Se levantó de la cama con precaución, sintiendo el suelo duro y frío bajo sus pies descalzos. Caminó hacia la ventana y la abrió de par en par, dejando que el aire fresco de la mañana llenara la habitación. Abajo, las calles de Juliaca comenzaban a cobrar vida, con el murmullo distante del tráfico y el mercado.

Sebastián se apoyó en el marco de la ventana, tratando de asimilar lo que estaba sucediendo. ¿Acaso todo había sido un sueño? ¿O estaba experimentando alguna especie de locura? Antes de que pudiera encontrar respuestas, un recuerdo lejano se agitó en su mente: el sonido de una voz que le hablaba en susurros, promesas de poder y cambio.

Con el corazón latiendo con fuerza, Sebastián recordó su don: el poder de controlar las masas con sus palabras. ¿Podría ser posible que esto fuera real? ¿Que él, un joven sin poder ni influencia, tuviera el poder de cambiar el destino de su país?

Decidido a descubrir la verdad, Sebastián se vistió rápidamente y salió a las calles de Juliaca, donde un nuevo capítulo de su vida estaba a punto de comenzar