—El cuerpo de Wu Bin se bamboleó por un momento, y cuando se dio la vuelta, la mirada que le dio a Ren Ying era como si ella fuera una persona muerta.
—Y en efecto Ren Ying casi había muerto justo un momento antes, así que a ella tampoco le importaba; si iba a morir, preferiría que murieran todos juntos.
—Ja ja... —estalló en una risa enloquecida—. Wu Bin, ni siquiera eres un hombre, no puedes tener hijos tú mismo y culpas a otros por ello. Mira, una vez que Ren Li te dejó, ella tuvo un hijo, y yo también tuve un hijo, solo tú, Wu Bin, no puedes tener hijos...
—Wu Bin apretó los dedos tan fuerte que crujieron. Si no hubiera sido por el último ápice de autocontrol que tenía, ya hubiera avanzado y desgarrado en dos a esta mujer repugnante, Ren Ying.
—Vámonos.