—Como siempre, Long Jingxian descansaba sobre el cuerpo de Xiao Tian después de haber tenido sexo con él. —Gracias, Xiao Tian.
—¿Mm? ¿Por qué me das las gracias? —Xiao Tian no entendía sus palabras.
¿Hice algo por ella? Pero, ¿qué es?
Quería saber por qué Long Jingxian de repente le había agradecido así. Claro, eso aún lo hacía feliz, pero quería saber la razón.
—Nunca pensé que ese encuentro cambiaría mi vida por completo. —Long Jingxian estaba diciendo la verdad—. Mi vida ha mejorado mucho desde que te conocí.
Desde que conoció a Xiao Tian, sus días se habían vuelto más coloridos, y sentía como si la diosa de la suerte siempre estuviera a su lado.
Primero, pudo resolver todos sus problemas con su ex esposo y Bai Yuzen. Segundo, su hija nunca volvió a estar triste. Y tercero, Ru Guo la aceptó como su estudiante.